Dios nos dio la mente para pensar, y el trasero para sentarnos a pensar. Se dice que el ser humano no usa más que un diez por ciento de su capacidad mental. Si esto es cierto entonces la verdad es que tenemos la mente casi de lujo. Estamos desperdiciando una buena parte de nuestro potencial creativo debido a que, si bien es cierto que tenemos un cerebro pensante, capaz de generar brillantes ideas, no siempre nos sentamos a elaborar planes para que esas ideas puedan convertirse en realidades concretas.
Muchas de las cosas que hacemos en todos los ámbitos de nuestra vida terminan en fracaso debido a la improvisación, que no es más que llevar a cabo acciones que no han sido previamente pensadas. Y el hecho de que no hayamos pensado antes de actuar no obedece a la ausencia de un cerebro, sino a la falta de una buen asiento sobre el cual, haciendo reposar nuestro trasero, podamos tener el sosiego y la quietud suficientes para planificar cuidadosamente nuestras acciones futuras.
El Maestro de los maestros, Jesucristo, nos enseñó acerca de la relación mente-trasero de la siguiente manera :
"Si alguno de ustedes quiere construir una torre, ¿ acaso no SE SIENTA primero a calcular los gastos, para ver si tiene con qué terminarla? De otra manera, si pone los cimientos y después no puede terminarla, todos los que lo vean comenzarán a burlarse de él diciendo-Este hombre empezó a construir pero no pudo terminar- O si algún rey tiene que ir a la guerra contra otro rey, ¿acaso no SE SIENTA primero a calcular si con diez mil soldados puede hacer frente a quien va a atacarlo con veinte mil? Y si no puede hacerle frente, cuando el otro rey esté todavía lejos, le mandará mensajeros a pedir la paz."( Lucas 14: 28-32, versión Dios Habla Hoy, mayúsculas nuestras)
RECOMENDACIONES PRÁCTICAS
ANTES DE... SENTARSE A....
Gastar el dinero Hacer un presupuesto
Ir al supermercado Hacer una lista de compras
Impartir una clase Planificarla
Salir de viaje Hacer una lista de cosas necesarias
Tomar una decisión importante Analizar los pros y contras
Decidir qué estudiar Pensar si se corresponde con mi vocación
Hacer una inversión Analizar la conveniencia o no de la misma
Empezar el día leer lo que está en agenda para ese día
Partir de esta vida Analizar cómo está mi relación con Dios
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