A mediados
de la década de los 70, en una sala de cine de la parte céntrica de Santo
Domingo, mi ciudad natal, tuve la oportunidad de ver el filme Carrera Contra el
Diablo (Race With the Devil), un thriller repleto de suspenso y situaciones
emocionantes protagonizado por los actores Peter Fonda y Warren Oates, ambos ya
fenecidos, y dirigido por Jack Starret.
La película
relata la experiencia de dos parejas de esposos que viajaban en un remolque
rumbo a unas vacaciones. Tras hacer una parada en un pastizal desolado, se
convierten en testigos de un ritual satánico que incluía un sacrificio humano.
Luego de evadir una tenaz persecución de los miembros
de la secta, se dirigen a la estación de policía de un pueblo cercano, donde
notifican al sheriff sobre lo que acababan de presenciar. Este, quien luego
resulta ser miembro del culto satánico que realizó el sacrificio, minimiza el
asunto diciendo que posiblemente se trataba de un grupo de hippies que mataron
un animal.
A seguida
acontecen una serie de tensos eventos y persecuciones que mantienen al
espectador aferrado a su asiento experimentando intensas emociones a todo lo
largo del filme.
Lo más
sorprendente de todo es el final de la película, en el cual las dos parejas son
atrapadas por sus perseguidores satanistas dentro del remolque en un halo de
fuego al son de canticos diabólicos.
En esos
tiempos era inconcebible que una cinta cinematográfica culminara con la
victoria de los malos sobre los buenos, por lo cual algunas de las personas que
estaban en la sala de cine se levantaron de sus asientos airados y vociferando
improperios en clara inconformidad frente a aquel inusual desenlace. Poco faltó
para que se produjeran actos vandálicos contra las facilidades de la sala de
cine.
Las
Escrituras dicen que Satanás anda cual fiera rabiosa buscando a quien devorar
(1ra Pedro 5:8). Su ministerio es matar, robar y destruir (Juan 10:10). Es un
enemigo formidable y peligroso. Si bien el final del filme no fue del agrado de
quienes lo vimos, es congruente con la Biblia, la cual señala que La única
manera de vencer en la carrera contra el Diablo es estando sometidos a Dios
mientras lo enfrentamos firmemente.
“Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.” (Santiago 4:7)