sábado, 16 de junio de 2012

CONSOLANDO A DIOS


En una ocasión una mujer de edad madura se acercó a Dios en oración para expresarle una queja-¡Señor!-exclamó la mujer-He dado los mejores años de mi vida a mi esposo e hijos. Me he dedicado en cuerpo, alma y espíritu a amarlos y servirlos. He sido la esposa y madre perfecta para ellos, sin embargo, mi esposo me ha sido infiel yéndose con otra mujer y mis hijos no parecen valorar lo que he hecho por ellos, pues me han dado la espalda y se han vuelto hostiles e ingratos.-
-Bienvenida al club-le responde el Señor.
-¿Qué quieres decir con eso? Pregunta la mujer sorprendida.
-Lo mismo me ha pasado a mi-le explica el Señor-Todo el tiempo he amado a la humanidad, lo cual he demostrado concediéndoles el aire que respiran, haciendo llover sobre sus tierras para que produzcan alimento, dispensàndoles cada mañana mis nuevas misericordias, siendo paciente y tardo para enojarme con ellos y, sobre todo, enviando a mi único Hijo para morir en un madero por ellos para de esa manera reconciliarlos conmigo y darles vida eterna. Sin embargo, la gran mayoría de ellos no cree en mi, me rechazan, me ignoran, me ofenden con sus acciones pecaminosas y hasta me culpan de sus males.-
-Señor-responde la mujer-Ahora comprendo cómo te sientes. De veras lo siento mucho.