Uno de los
discursos más populares de Jesús es el de las bienaventuranzas (Mateo 5: 1-11).
En este se ofrece una perspectiva cristiana de lo que nos hace verdaderamente
dichosos. Una de ellas se refiere a “los que lloran” (Mateo 5:4).
En general,
no consideramos dichosa a una persona que llora, a menos que sea de alegría.
¿En qué forma pueden las lágrimas ser una señal de dicha o felicidad?
La
respuesta la ofrece el propio Jesús al señalar que los que lloran son
bienaventurados porque “recibirán consolación”.
Por lo
general, cuando vemos a alguien llorar le decimos: “No llores”, como si al
hacerlo estuviese cometiendo un error. Pero lo cierto es que llorar es lo mejor
que puede hacer una persona que atraviesa algún tipo de percance emocional,
porque, tal como lo expreso Jesús, “recibirá consolación”. Esa consolación
consiste en el desahogo que se experimenta mientras se llora. Todos sabemos por
experiencia que tras llorar profusamente sentimos una gran mejoría de nuestra
dolencia sentimental.
Erróneamente
asociamos el llorar a debilidad o a “cosa exclusiva de mujeres”. Pero lo cierto
es que se trata de una habilidad dada por Dios para lidiar eficazmente con las
vicisitudes que inevitablemente nos asaltan en el diario vivir.
Jesús mismo
lloró en medio del lamento por la muerte de su gran amigo Lázaro, a quien luego
resucitaría (Juan 11:35).
Cuando
lloramos, literalmente se nos cae un peso de encima y, luego de secarnos las
lágrimas, nos sentimos listos para seguir adelante con nuevas energías.
Se sabe por
las estadísticas que las mujeres viven unos 10 años más que los hombres. Se
argumenta que una de las razones de esto tiene que ver con el hecho de que
ellas son mas expresivas y emocionales. Los hombres, en cambio, solemos inhibir
las lágrimas porque “los hombres no lloran”; lo cual tiene repercusiones
negativas en nuestra salud cardiovascular.
Sin dudas,
llorar es una herramienta invaluable para alcanzar inmediato alivio y la
necesaria fortaleza en medio de las dificultades de la existencia terrenal. Es
un mecanismo diseñado por Dios para ayudarnos a levantarnos en medio de la
adversidad y proseguir a la consecución de nuestros sueños y metas.