jueves, 19 de junio de 2014

LAS EXCUSAS

Excusas...Excusas...Excusas. Se dice que nadie queda mal después que éstas se inventaron. Por cierto...¿Qué son exactamente las excusas y quién las inventó?
La palabra excusa proviene del latín" excusare", que significa" hallar la causa afuera". La excusa es, por lo tanto, señalar a un agente externo como el causante de un error propio. Por ejemplo, si llegamos tarde al trabajo y, al ser cuestionados por nuestro supervisor, argumentamos que el tránsito estaba muy pesado en el trayecto, entonces nos estamos excusando, puesto que estamos atribuyendo a algo fuera de nosotros la razón de la tardanza. De esta manera quedamos absueltos ante la inquisición de nuestro jefe inmediato y el tránsito inclemente queda como "el malo de la película".
En cuanto al origen de las excusas, la respuesta está en las Sagradas Escrituras, específicamente en el libro de Génesis capitulo 3. Adán y Eva acababan de comer del fruto prohibido y son confrontados por Dios al respecto. Adán produce entonces la primera excusa en la historia de la raza humana: "la mujer que me diste por compañera me dio del árbol y yo comí"(verso 12). De esta manera acusa directamente a Eva de incitarlo a desobedecer e indirectamente a Dios al implicar que esté le dio por compañera a la mujer que eventualmente lo induciría al pecado. ¿Acaso no será ésta la razón por la que los hombres solemos atribuir a las mujeres muchos de nuestros propios errores e infortunios?
Inmediatamente después, al ser también interpelada por el Creador, Eva profiere la segunda excusa de la historia al decir: "la serpiente me engañó, y yo comí"(verso 13). La serpiente, por su lado, no se excusó, lo cual subraya el aspecto exclusivamente humano de la cultura de la excusa.
 El problema de la gran mayoría de las excusas es que son una forma de rehuir la responsabilidad personal ante el error, colocándola sobre un elemento externo que, aunque participante del problema, no es su causante primario.
Por otro lado, si bien es cierto que muchas excusas son vàlidas, la gran mayoría de ellas en realidad sólo sirven para explicar el error, pero no para justificarlo. La cultura de la excusa también contribuye a perpetuar y endurecer el error ya que, al considerar que la razón del mismo está fuera de mi, no está en mis manos el solucionarlo.
En fin, la cultura de la excusa no es en nada provechosa pues obstaculiza nuestro desarrollo personal y nos convierte en personas indignas de confianza y habitualmente incumplidoras. Conviene, pues, que aprendamos a asumir responsabilidad ante nuestros errores, que seamos lo suficientemente valientes como para admitir que hemos fallado, aprender a pedir perdón y esforzarnos por hacerlo mejor la próxima vez.