martes, 23 de diciembre de 2014

LA CONTROVERSIA SOBRE LA NAVIDAD

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Unos quince a veinte años atrás la Navidad no era un tema de discusión importante en el ámbito evangélico. Se entendía que la época era aprovechable para presentar el mensaje de salvación mediante dramas y conciertos asì como para la realización de banquetes donde la congregación pudiese compartir en un ambiente informal. Sin embargo, en los últimos años hemos observado el surgimiento de una postura de rechazo a la celebración de esta popular festividad. La razón de este fenómeno, a nuestro entender, resulta del auge que ha tomado en las dos últimas décadas el movimiento neopentecostal, entre cuyas características se encuentra el rescate de las raíces judías del cristianismo en contraposición al legado greco-romano a la iglesia cristiana moderna. De ahí las danzas judías, el uso del shofar y otras prácticas que se han hecho populares en nuestras congregaciones.
Al parecer, ésta tendencia, que en sentido general consideramos positiva, ha abierto puertas a presiones neo-judaizantes dentro del pueblo evangélico similares a las descritas en el libro de  los Hechos de los Apóstoles y la epístola a los Gàlatas. De repente han surgido grupos de creyentes evangélicos que guardan el Sábado, no comen cerdo, hablan mezclando hebreo y español y, por supuesto, rechazan firmemente la celebración de la Navidad argumentando, entre otras cosas, que Jesús no nació un 25 de diciembre y que ésta fiesta tiene su origen en prácticas paganas de la antigua Roma. .
En respuesta a éstos argumentos podemos señalar lo siguiente. El hecho de que Cristo haya nacido o no en diciembre es irrelevante ya que lo que celebramos es el evento y no la fecha. Por otro lado, el que una festividad o cualquier otra actividad humana tenga un origen pagano no impide que la actividad en cuestión sea reformada y redirigida para que honre al único que merece Gloria, que es el Dios de la Biblia. En realidad todas las cosas tienen su origen en Dios, lo único que hizo Satanás fue distorsionar todo lo que el Señor creó tratando de usurpar la Gloria que sólo el Altísimo merece, por lo cual es nuestra responsabilidad como creyentes rescatar para Cristo todo aquello que el enemigo contaminó al influir en las mentes de hombres irreverentes que, en su ignorancia, dieron gloria a lo creado en lugar de al Creador. Debemos entender también que no todo lo que los pueblos paganos hacían era malo. Las cosas no son malas por ser de origen pagano sino por reñir con los mandamientos de Dios. El creyente responsable debe tener la habilidad de deslindar las malas acciones de las buenas rechazando las primeras y conservando las últimas.
Las Escrituras señalan que el nacimiento del Mesías fue motivo de gran alegría y que fue celebrado por ángeles en el cielo, y en la Tierra por pastores humildes asì como por opulentos visitantes de Oriente ( Lucas 2, Mateo 2 ). La nación de Israel, sin embargo, pasó por alto el evento. El episodio bíblico de la Natividad es, por lo tanto, una señal profética de la sumisión del mundo gentil al Señorío de Cristo.
La Navidad es una excelente oportunidad para presentar el mensaje de salvación y para realizar obras piadosas que son consonantes con los principios del evangelio. Es una temporada ideal para reunirnos con familiares y amigos y compartir sanamente. También ha inspirado la producción de hermosas canciones y obras de arte que resaltan a Cristo.
 Hay, sin embargo, muchos que durante ésta época incurren en excesos y disoluciones, pero esas personas en realidad no celebran el nacimiento de Cristo sino que tienen la Navidad como excusa para alimentar los deseos de la carne dada su condición espiritual reprobada que les impide discernir el valor espiritual tanto de la Navidad como de cualquier otra celebración cristiana.
La decisión de no celebrar la Navidad, sin embargo, es buena y válida siempre que se considere una opción conveniente para prevenir la contaminación en un mundo tan engañoso como en el que vivimos, pero no debe llevar a nadie a sentirse superior espiritualmente y mucho menos a juzgar a los que toman la decisión opuesta ya que Dios ama y justifica, en Cristo ( y no en la observación o no de fiestas ), tanto a los unos como a los otros, pues el Reino de Dios no consiste en comida, bebida, celebraciones o rituales sino en servir a Dios con sencillez y pureza de corazón ( Romanos 14:17 ).

"UNO HACE DIFERENCIA ENTRE DÍA Y DÍA; OTRO JUZGA IGUALES TODOS LOS DÍAS. CADA UNO ESTÉ CONVENCIDO EN SU PROPIA MENTE. EL QUE HACE CASO DEL DÍA, LO HACE PARA EL SEÑOR; Y EL QUE NO HACE CASO DEL DÍA, PARA EL SEÑOR NO LO HACE."( ROMANOS 14:5-6A ).

jueves, 19 de junio de 2014

LAS EXCUSAS

Excusas...Excusas...Excusas. Se dice que nadie queda mal después que éstas se inventaron. Por cierto...¿Qué son exactamente las excusas y quién las inventó?
La palabra excusa proviene del latín" excusare", que significa" hallar la causa afuera". La excusa es, por lo tanto, señalar a un agente externo como el causante de un error propio. Por ejemplo, si llegamos tarde al trabajo y, al ser cuestionados por nuestro supervisor, argumentamos que el tránsito estaba muy pesado en el trayecto, entonces nos estamos excusando, puesto que estamos atribuyendo a algo fuera de nosotros la razón de la tardanza. De esta manera quedamos absueltos ante la inquisición de nuestro jefe inmediato y el tránsito inclemente queda como "el malo de la película".
En cuanto al origen de las excusas, la respuesta está en las Sagradas Escrituras, específicamente en el libro de Génesis capitulo 3. Adán y Eva acababan de comer del fruto prohibido y son confrontados por Dios al respecto. Adán produce entonces la primera excusa en la historia de la raza humana: "la mujer que me diste por compañera me dio del árbol y yo comí"(verso 12). De esta manera acusa directamente a Eva de incitarlo a desobedecer e indirectamente a Dios al implicar que esté le dio por compañera a la mujer que eventualmente lo induciría al pecado. ¿Acaso no será ésta la razón por la que los hombres solemos atribuir a las mujeres muchos de nuestros propios errores e infortunios?
Inmediatamente después, al ser también interpelada por el Creador, Eva profiere la segunda excusa de la historia al decir: "la serpiente me engañó, y yo comí"(verso 13). La serpiente, por su lado, no se excusó, lo cual subraya el aspecto exclusivamente humano de la cultura de la excusa.
 El problema de la gran mayoría de las excusas es que son una forma de rehuir la responsabilidad personal ante el error, colocándola sobre un elemento externo que, aunque participante del problema, no es su causante primario.
Por otro lado, si bien es cierto que muchas excusas son vàlidas, la gran mayoría de ellas en realidad sólo sirven para explicar el error, pero no para justificarlo. La cultura de la excusa también contribuye a perpetuar y endurecer el error ya que, al considerar que la razón del mismo está fuera de mi, no está en mis manos el solucionarlo.
En fin, la cultura de la excusa no es en nada provechosa pues obstaculiza nuestro desarrollo personal y nos convierte en personas indignas de confianza y habitualmente incumplidoras. Conviene, pues, que aprendamos a asumir responsabilidad ante nuestros errores, que seamos lo suficientemente valientes como para admitir que hemos fallado, aprender a pedir perdón y esforzarnos por hacerlo mejor la próxima vez.

viernes, 18 de abril de 2014

EL FETICHISMO

Un fetiche es un objeto al cual se le atribuyen poderes mágicos, tales como la capacidad de conceder buena suerte a su poseedor. El fetiche-habiente entiende que, por el hecho de tener o portar un objeto en particular, la buenaventura le acompañará  doquiera vaya o que tendrá éxito en algún àrea de su vida..
Son ejemplos de prácticas fetichistas la tenencia de amuletos para la buena suerte, el colocar pedazos de pan sobre los dinteles de las puertas para atraer provisión alimenticia y el porte de objetos con la finalidad de ser protegidos de malas influencias o para lograr bienestar y éxito.
Algunas personas utilizan la Biblia como fetiche colocàndola en un rincón de la casa abierta en el Salmo 91, con la finalidad de que esto ahuyente los malos espíritus o para frenar cualquier desgracia que pueda alterar la paz del hogar.
La tenencia y/o porte de la Biblia no conlleva en si mismo ningún beneficio, sino más bien el conocimiento y puesta en práctica de la información que ésta contiene. En el libro de Josuè capítulo 1, Dios instruye a éste sobre la manera correcta de manejar el contenido de las Escrituras. En primer lugar se debe recitar la Palabra de manera reiterada, lo cual nos lleva a la memorización de la misma. Luego debemos reflexionar sobre la Palabra memorizada para entender su significado, y, finalmente, debemos llevarla a la práctica, lo cual producirá prosperidad y éxito (Josuè 1.8-9)
La clave para cosechar éxito y felicidad en esta vida no consiste en la tenencia de algún objeto en particular al cual consideremos capaz de irradiar dicha y bienestar, sino en conocer y seguir los consejos que Dios reveló en Su Palabra, la Biblia, entre los cuales el número uno es reconocer al Señor Jesucristo como Único y Suficiente Salvador para alcanzar perdón de nuestros pecados y vida eterna( Juan 3.16).