miércoles, 8 de febrero de 2023

EL ERROR DE EZEQUIAS

 


  EL ERROR DE EZEQUIAS

Ezequías es bien conocido por haber sido el rey a quien Dios le indica que debía ordenar su casa, ya que estaba enfermo y próximo a fallecer (2 Reyes 20:1). Este, sin embargo, se aferró a la vida y tras humillarse y llorar profusamente, Dios decide prolongarle la existencia terrenal por quince años (2 Reyes 20:3-6).

Las Escrituras relatan que, pasado el tiempo, luego de su recuperación, Ezequías recibió la visita de un grupo de dignatarios extranjeros, a quienes mostró todos los tesoros reales y las armas guardados en su palacio. Esto fue desagradable a Dios quien, por medio del profeta, le dijo que, como consecuencia de esta acción, todos esos tesoros que tan orgullosamente había mostrado a extraños serian incautados y llevados a Babilonia. También le hizo saber que sus descendientes serian convertidos en eunucos al servicio del imperio invasor (Isaías 39).

El error de Ezequías puede calificarse como de indiscreción, puesto que mostró lo que no debía a quien no debía. La discreción se define como el cuidado que se debe tener al hablar u obrar a fin de evitar que otros se enteren de cosas que pertenecen al ámbito de nuestra privacidad, lo cual puede eventualmente colocarnos en una posición de vulnerabilidad.

El deseo de mostrar a otros lo que somos, tenemos o hacemos forma parte de nuestra naturaleza social. Sin embargo, llevar esto al extremo puede tener resultados indeseables, como lo fue en el caso del rey Ezequías.

Hoy en día, debido al desarrollo de las redes sociales, somos más propensos que nunca a incurrir en indiscreciones al compartir información personal. La posibilidad de comunicarnos instantáneamente con miles de contactos y facilitarles datos sobre nuestra ubicación, actividades y otros asuntos es algo que no se puede tomar a la ligera. Debemos reflexionar sobre qué podemos compartir y con quién sin que ello envuelva algún riesgo.

Algunas personas dan detalles muy precisos describiendo paso a paso sus movimientos y acciones en las redes sociales. Esto no es necesariamente incorrecto, pero conviene determinar a quién podemos dirigir esa información. He escuchado casos de personas que han sufrido robos tras haber informado en las redes que se encontraban de viaje, lo cual fue aprovechado por delincuentes para invadir sus hogares.

Las redes sociales son, sin duda, una maravilla de la modernidad y una excelente herramienta para compartir información, pero su uso imprudente puede resultar contraproducente. Conviene, pues, medir que tan lejos podemos llegar al ofrecer datos o mostrar cosas personales.

No hay dudas de que la discreción es una virtud que conviene cultivar, no solo en el manejo de las redes sociales sino también en nuestras interacciones cara a cara con los demás y en todo otro tipo de actividad que envuelva compartir información personal o mostrar lo que tenemos. Así evitaremos cometer el error de Ezequías.