domingo, 14 de febrero de 2016

EL LEGALISMO RELIGIOSO

El legalismo se define como la "tendencia a reducir la ley a sus aspectos màs externos, atendiendo menos a su contenido y finalidad"( Nuevo diccionario esencial de la lengua española, Santillana).
Toda ley consta de la letra, que es lo que la ley dice, y el espíritu de la letra, lo cual es lo que la ley quiere decir, o sea, su significado màs intrínseco. La ley de tránsito, por ejemplo, establece que los vehículos deben detenerse ante la luz roja de un semáforo (letra) con la finalidad de controlar el tránsito en las intersecciones de tal forma que no se produzcan entaponamientos o accidentes (espíritu de la letra).
Hay, sin embargo, circunstancias en las que se justifica el quebrantamiento de la ley porque su observación, tal como está establecida, riñe con su propósito. Cuando, por ejemplo, una ambulancia traslada a una persona enferma o lesionada, cuya vida depende de que tan rápido ésta pueda recibir atenciones médicas, el conductor de la ambulancia en cuestión no respetará las luces rojas puesto que si asì hiciese, estaría poniendo en mayor peligro la vida del paciente, contraponiéndose asì al espíritu de la ley de tránsito que es facilitar y preservar la vida humana. Esto no significa, en manera alguna, que el fin justifique los medios, sino que, existen situaciones excepcionales en las que el cumplimiento de la ley, al nivel de la letra, es improcedente por no consonar con el espíritu de la letra.
En el evangelio de Mateo capítulo 12, leemos como Cristo reacciona ante la actitud legalista de los fariseos, quienes criticaban que sus discípulos arrancaran  y comieran espigas en el día de reposo. El Señor les refiere lo ocurrido con el rey David y sus hombres cuando, teniendo hambre, entraron en el templo y comieron los panes de la proposición, los cuales sólo podían ser consumidos por los sacerdotes. Jesús les explica que el día de reposo fue hecho a causa del hombre, y no al revés. En otras palabras, la ley está al servicio del hombre, y si, en circunstancias excepcionales, como era el caso, ésta no le favoreciera, entonces la transgresión estaba justificada, pues de todos modos el espíritu de la ley, el cual es el bienestar humano, era preservado.
 Una de las principales fuentes de fricciones y discrepancias en el pueblo evangélico lo constituye el desarrollo de doctrinas legalistas que resultan de captar lo que la Biblia dice pasando por alto lo que ésta quiere decir, resultando ello en la producción de puntos de vista  erróneos y, en ocasiones hasta ridículos.
 Recuerdo las palabras de un hermano en Cristo que se negaba a asistir a una sala de cine argumentando que evitaba sentarse en silla de escarnecedores, en clara alusión al Salmo 1. Es obvio que éste hermano era incapaz de entender que el escritor sagrado utiliza la palabra silla metafóricamente para aludir a una actitud o postura moral y no al mencionado artefacto casero.
En otra ocasión quedé muy sorprendido ante las afirmaciones de uno de mis alumnos de discipulado quien me confesó que  se abstenía de matar a todo ser vivo, aunque se tratase de un insecto dañino, porque la Biblia dice "no matarás". El evangelio según Mateo versos 21 al 26 registra las enseñanzas de Jesús al respecto, quien nos da entender que es en el odio hacia los demás donde reside la transgresión del mandamiento, ya que éste genera los verdaderos homicidios que Dios condena, pues existen homicidios que resultan de legítima defensa o de la práctica de la justicia, como cuando la policía resiste a un delincuente armado.
En fin, es saludable para todo creyente que, al considerar las Escrituras, sea capaz de entender no sólo lo que Ellas nos dicen literalmente, sino, y sobre todo, lo que nos quieren decir, de tal forma que evitemos el desarrollo de doctrinas legalistas. Esto, por supuesto requiere un estudio responsable, profundo y sereno de la Biblia, y, sobre todo, la indispensable orientación del Espíritu Santo, quien nos conduce a toda verdad y justicia.