Podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que la oración es el ejercicio espiritual por excelencia, ya que por medio de esta nos relacionamos con Dios de manera directa. Practicarla habitualmente es indispensable para el crecimiento espiritual del creyente. La Biblia nos instruye a no dejar de orar (1 Tes. 5:17) y nos traza pautas para hacerlo con eficacia.
Hay, sin embargo, dos aspectos de la oración sobre los que muchos cristianos tenemos algún nivel de duda o conflicto: la duración y el contenido.
Sobre la duración, Jesús en una ocasión llamó la atención de sus discípulos reprochándoles el no haber podido velar y orar por tan siquiera una hora (Marcos 14:37-38). Esto es, sin dudas, una pauta aplicable a todo seguidor de Jesús que procura vivir una vida cristiana saludable y victoriosa. También nos dejó un modelo de oración, conocido como el Padre Nuestro (Mateo 6:9-13, Lucas 11:2-4), que nos orienta respecto al contenido.
No obstante, invertir sesenta minutos para hablar con Dios diariamente puede constituir un desafío si no se cuenta con una adecuada agenda de oración.
A continuación compartimos un programa de oración personal, basado en las enseñanzas de Jesús, que nos puede ayudar a orar por espacio de una hora.
Alabanza y acción de gracias (15 minutos) Reconozca y exalte los atributos del Padre y agradézcale por sus múltiples beneficios (Mateo 6:9).
Concesión de perdón (5 minutos) Reflexione sobre quienes le han ofendido y perdónelos (Mateo 6:14-15).
Solicitud de perdón (10 minutos) Reflexione sobre su proceder en las últimas horas y, con la ayuda del Espíritu Santo, confiese las faltas identificadas solicitando el perdón del Padre por los méritos de Jesús (Mateo 6:12).
Intercesión (15 minutos) Pida por los problemas globales, nacionales, familiares y de las diferentes comunidades a las que usted pertenece (Mateo 6:10).
Peticiones personales (10 minutos) Pida por sus necesidades personales (Mateo 6:11,13a).
Alabanza y acción de gracias finales (5 minutos) Glorifique, alabe y de gracias al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo (Mateo 6:13b).
"Vino luego y los halló durmiendo; y dijo a Pedro: Simón, ¿duermes? ¿No has podido velar una hora? Velad y orad , para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil."(Marcos 14:37-38)